En mi opinión a esta pregunta le encuentro mucho sentido porque muchas veces en algunas situaciones lo único que somos capaces de hacer es aferrarnos a la emociones y dejar llevarnos por ellas. Las emociones, las nuestras propias, somos capaces de crearlas nosotros mismos. En ellas pueden llegar a influir desde momentos, hasta personas.
Según el diccionario de la RAE, “las emociones son reacciones psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo. Psicológicamente las emociones son capaces de alterar la atención, hacen subir de rango de ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes a la memoria. Pueden llegar a establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros”. Estas actúan también como depósito de influencias y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas. Por lo tanto, podremos decir que una emoción significa el impulso que induce una acción.
La libertad es la capacidad que posee el ser humano de poder obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida, por lo que es responsable de sus actos, ejerciendo de esta forma su libertad.
La relación entre dichos términos es la que nos lleva a formularnos la pregunta, ¿soy más libre si controlo mis emociones? Efectivamente podemos llegar a ser más libres si somos capaces de controlar nuestras propias emociones, porque lo primero que debemos hacer es ejercer el control sobre nosotros mismos y no ser esclavos de ellas.
Digo esto porque en ocasiones estas tienen sus inconvenientes y así ocurre cuando una emoción te impulsa a realizar un acto concreto en el que tú reconoces que estas actuando moralmente mal, pero que eso es lo que deseas hacer según te ha sido marcado por la reacción psicofisiológica. En este tipo de casos, debemos estar seguros y controlar por encima de todo esa emoción, en algunos casos ayuda a ello razonar debidamente el por qué hemos tomado la decisión de rechazar dicho estímulo.
La conclusión a la que llego es que la libertad se materializa en el ejercicio de la misma, sino es un mero concepto, por ello el control de las emociones significa claro ejercicio de la libertad, haciéndonos más persona.
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